martes, 10 de junio de 2014

Desafíos del Acuerdo 696, ¿Cómo evaluar? ¿Aportan las TIC en la recuperación de alumnos?

El Sector Educativo ha sido receptivo en torno a las nuevas disposiciones emanadas del recientemente aprobado Acuerdo 696. Sin embargo hay varios aspectos que han sembrado inquietudes e interpretaciones, que son reflejo y producto de las discusiones que se han llevado a cabo en los colectivos escolares y los equipos de supervisión. Creemos que este documento implica desafíos en la organización de la escuela secundaria y para ello, se necesita profundizar en la reflexión e interpretación. Por ejemplo, está la situación de la reprobación de los alumnos. Aspecto que sigue siendo considerado como problema del alumno, no del maestro. La escuela debe crear condiciones para garantizar la atención de la reprobación asumiendo que los tiempos de clase pueden ser dedicados a recuperar aquellas asignaturas en donde se presentan mayores debilidades. ¿Y si por dedicar más tiempo a la reprobada, se descuidan aquellas en donde va bien? Esta interrogante surge para tachar de inmediato la posibilidad de ver las cosas de otra manera. ¿No tenemos condiciones para constituir la figura del tutor académico? ¿Acaso no contamos con profesionales docentes con horas disponibles para realizar tal ejercicio? Y en donde no se tengan recursos humanos disponibles, ¿quién realiza dicha tutoría? Este acuerdo lo que nos está diciendo es “vamos a apoyarlos”. Haz lo posible por recuperarlos. ¿Para qué se quedan en la escuela?
Sin embargo, el enfoque de la reforma educativa se pierde cuando empezamos a detectar situaciones en las que los docentes abaten la reprobación para “no tener más trabajo”, por un lado, o cuando la supervisión exige promedios acordes a las metas, y reprobación mínima en cada bimestre. “No me importa cómo le haga, usted debe reportar un promedio de 7.6 como mínimo y no tener más del 10% de reprobación”.
El alumno que reprueba un bimestre, tiene altas posibilidades de reprobar el siguiente. Así que el acuerdo dice: vamos a enfocarnos en ello, ayudemos a que adquiera los aprendizajes esperados, y que haga un examen, que evalúe uno, dos o los bimestres que sean necesarios. ¿Cuándo debería ser el tiempo para aplicar dichos exámenes de recuperación? Cuando el alumno esté listo. El esfuerzo de preparación, podría empezar en el tercer bimestre, pero la Circular 4, posibilita que al término de cada bimestre se presente el examen de recuperación correspondiente. Sin embargo, creemos que se violenta esta visión de apoyo que se intenta ofrecer al estudiante. Aquí lo que apreciamos es una decisión de carácter administrativo que impera sobre el valor educativo y de apoyo que requieren muchos de nuestros jóvenes. Estamos dejando ir una oportunidad de vivir la educación secundaria de una manera diferente, en donde, como mucho se ha predicado en esta reforma educativa, la escuela pueda girar en torno al estudiante, que sea el centro de gravedad de todas las decisiones que tomamos a diario.
¿Cómo podemos concebir que al alumno deje de asistir a clases para recuperarse? Toda nuestra vida hemos considerado que para acreditar, tiene el alumno que venir a nuestras aulas. ¿Estamos a la altura de las exigencias? ¿Ya aprendimos y aplicamos el potencial educativo de las tecnologías? ¿Sabemos reconocer y adaptar nuestras clases a las diferentes maneras de aprender? ¿Detectamos la diversidad de la inteligencia escolar?
Tenemos un testimonial de algunos compañeros docentes de la Secundaria 64 José Vasconcelos, en Coyotepec, de la situación de un alumno con problemas de aprendizaje y de conducta. En uno de los procesos de actualización docente, conocen la plataforma EDMODO y lograr concentrar la atención del alumno, al proponerle los contenidos de las asignaturas en Internet, gestionando incluso, la comunicación con sus tutores y el avance en cuanto sus evaluaciones.
Una escuela que innova, significa muchas cosas. Significa pensar a la escuela como un centro que produce conocimiento, que puede ser capaz de detectar lo que le funciona, lo que hace que los alumnos aprendan de mejor manera, lo socializa entre el personal de la escuela, y logra sistematizar las mejores prácticas educativas, de nuestros mejores compañeros. Pero para ello, la condición es hacer que puedas compartir lo que sabes, y del otro, que pueda asimilar lo que funciona entre nosotros mismos.
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Un tipo nuevo de examen es el examen final. No nos hemos podido poner de acuerdo en la cantidad de aprendizajes esperados que deben de tomarse en cuenta en su elaboración. Ya nos dijo la SEP que debe ser de preguntas abiertas y que debe de considerar los aprendizajes esperados de todas las asignaturas y que el responsable de su diseño es el Consejo Técnico Escolar. Así que algunos dicen que este examen debe de considerar todos los aprendizajes esperados del año. Y otros se inclinan a que es mejor considerar aquellos correspondientes al quinto bimestre. Las dos posturas tienen sus pros y contras. Pero ¿alguien recuerda las razones por las que asignamos evaluaciones a los alumnos durante 5 momentos del año escolar? ¿Será que es prudente dosificar y emitir un juicio de valor de cierta cantidad de temas? ¿Y si el centro de trabajo es el alumno, qué es lo que más le conviene? Quizá pensemos que en los 4 bimestres anteriores ya se evaluaron los aprendizajes esperados de cada uno de ellos. Y ahora, los volveremos a evaluar, si consideramos un examen final de todos los aprendizajes esperados. Además sería un examen de todos los aprendizajes para solo asignar la quinta parte de la evaluación.
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Junto con estos dos tipos de exámenes, se describen otros tres tipos de evaluación: el examen extraordinario de regularización, del que ya tenemos bastante experiencia, el examen general de conocimientos, del que apenas nos estamos ganando las primeras experiencias y el examen que aplicará alguna entidad externa a los sistemas educativos como el nuestro. Todo ello nos dan una muestra clara de la cantidad de oportunidades que se ofrecen a los estudiantes para que puedan concluir sus estudios en tiempo y forma.